viernes, 30 de noviembre de 2012

Eso es.



Sí, necesito un poco de tiempo. Y espacio. Eso es. Sé que echarás de menos el calor de mi cuerpo cuando el frío de la noche nos recuerde que estamos solos. Pero aguanta un poco el tipo. Sé que puedes hacerlo durante un tiempo, aunque no sea mucho. Sólo espérate ahora. Quiero estar solo. 

Perdona, pero necesito que pare incluso el acordeón y el resto de instrumentos de Yann Tiersen. Tengo hambre de silencio y soledad. De estar callado. Y que no me mientas. Que me digas la verdad. O que no hables. Por favor, no me hables si no vas a decirme lo que quieres de verdad. Sin milongas. Sin intenciones solapadas. Lo que tú querrías aunque no hubiese nadie. Coge las palabras del fondo de ti o no me nombres. Lo siento. No me fío de ti, y estoy cansado. 

Recuerdo mis juegos cuando era pequeño. Recuerdo el vaquero que se marchó a vivir más allá de la montaña con su perro, su caballo, un rifle y un hatillo. Se miraba sus manos y esperaba. Estaba lejos de las expectativas de los otros y del rumor de gentes. Quiero ser un rato como él. Recuerdo también mis partidos de fútbol con muñecos, y aquel equipo misterioso, desconocido, humilde, al que nadie esperaba pero que hizo hincar la rodilla a los imbatidos. Sólo ellos pudieron. Y quiero estar con ellos. 

Ahí sí pudo hablar mi corazón una vez. Además, había un sitio para otros corazones. No se juzgó a nadie del equipo y sus habilidades todos las pusieron con satisfacción al servicio del equipo. Yo necesito saber que puedo hacerlo. No quiero más noches de vueltas en una cama que no es mía. Que no es ni tuya. Con alguien que no es a mí a quien ve, sino que cuando mira a mis ojos ve un instrumento extraordinario para alcanzar su sueño. El que sea. Me da igual cuál sea si yo no te importo. Has hecho que olvidase lo que quiero de verdad. Y ahora soy incapaz de nombrarlo por miedo a tu mirada, a tu silencio, a no ser lo que tú esperabas. Y a tu juicio sólo por eso: por no ser lo que tú esperabas. 

Mira, así va a ser mejor. A los dos nos duele la cabeza. Y últimamente pierdes mucho tiempo en mí cuando te sería más fácil amoldar el corazón de otro. El mío se queja demasiado si lo manipulas con el falso prestigio de tus manos. Y eso que tus manos se acercan con modales impecables. Pero no. Él detecta bien el pulso de un extraño. Y aunque no mande ni en su propio pulso, sí que puede reconocer qué pulso no es el suyo. 

Sé que para ti esto es brusco. Y difícil. Para mí también, aunque no tanto. Yo tengo alguien que me estaba esperando a este lado de la ciudad. Yo no lo sabía bien. Pero aquí están el vaquero en silencio, su perro y su caballo. Hay también un equipo de fútbol que no son los mejores pero corren como si lo fueran y a veces ganan. Hay un espacio para ser quien soy y para que otros puedan serlo. Hay camas que no pasan la factura. Y comida en el frigo. En estas calles la gente me saluda por mi nombre. Ya no pasa nada si se me cae el pelo o si la camisa que me he puesto no pega con los zapatos. Lo que importa es que yo viva, que no me calle lo que hay dentro. Que no confunda la camisa con mi piel ni los zapatos con mis pies. No es la misma la dignidad: por mucho que sea el precio de las prendas y el calzado, no valen ni de lejos lo que valen mis pies y mi pellejo. 

Ah, te pido que te ahorres tus motes baratos, o el publicar en el tablón de los amigos comunes las etiquetas mentirosas que me has colgado por la espalda. Por supuesto que no me gustan. Pero es que a ti tampoco te dejan muy bien. El odio de soslayo, el rencor bajo la manta, la inquina sosegada te delatan. Y pueden hacer polvo algo más que mi reputación: tu propio corazón. Así que por tu bien, calla un rato. Y déjame en paz. Ahora sólo es tiempo de palabras si es el corazón el que nos habla.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Papeles por la ventana.

Por aquí voy a estar yo con mis papeles por medio. Y tú te puedes quedar si quieres. Si no quieres, gracias también por no quedarte.

Me atrae mucho la verdad, la ternura, la honestidad, la búsqueda, el sentido común, las preguntas que cuestionan algo de mí, el encuentro con otro, la expresión franca, la comprensión, la aceptación de lo que el otro vive y de lo que yo también vivo, el deseo de más,... 
Tú puedes cuestionarme, sugerirme, corregirme, disfrutar,... o simplemente estar. Este es un sitio en el que puedes estar. Y será una alegría si percibes este rincón como un espacio de verdad, libertad y acogida. 

Sólo quería darte la bienvenida y decirte que estaré por aquí. Arrojaré de vez en cuando papeles por la ventana...

..."porque si no cuando está mi alma sola llora.
Hay que sacarlo todo afuera, como la primavera:
nadie quiere que adentro algo se muera.
Hablar mirándose a los ojos, sacar lo que se puede afuera
para que adentro nazcan cosas nuevas, nuevas, nuevas"  
                                                                   Autor: Piero
                                                                   Cantante: Mercedes Sosa