viernes, 16 de agosto de 2013

Renunciar o Vivir

"Hay quienes se sienten incapaces de cambiar, de hacer un gesto libre, y prefieren volar, abandonar la tarima y construirse un paraíso artificial para instalarse. Cuando la realidad es tosca, sucia y mediocre, el actor siente la tentación  de instalarse en los universos de fantasía. Esta huida es, de hecho, una renuncia a vivir. 

La tendencia a edificar paraísos artificiales, tomando prestada la expresión de Charles Baudelaire, es finalmente una actitud contra la autenticidad, un intento de escurrir el bulto. Cuando se percibe la vida como fatalidad, como la ejecución mecánica de un plan escrito, la única opción que queda es el trabajo edificador de la imaginación que da aliento a la pobre víctima para seguir viviendo. Entonces tiene necesidad de crear una segunda vida en el espacio virtual, de entrar en el voluble territorio de los sueños e instalar allí su cabaña. Esta divagación onírica no es otra cosa que la expresión de un fracaso, de una renuncia a vivir." 

Vivir nunca es una renuncia. Me gusta mucho esa declaración clara, comprensiva y honesta de Francesc Torralba. La he leido en "El sentido de la vida" (Ediciones CEAC, 2011). Antes que ser actor, soy un hombre, antes que mi personaje existo yo. Y tengo derecho a vivir esta vida sin tener que ser alguien diferente a quien soy, o pidiendo perdón por ser quien soy. Porque aceptar una renuncia como válida provoca insatisfacción, desasosiego permanente y vacío. Y yo lo que quiero es vivir.

Basta de caretas. Y si no, que lo diga Bambino, que lo dice mejor que yo.




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