Sé que el invierno está aquí,
detrás de esa puerta. Sé
que si ahora saliese fuera
lo hallaría todo muerto,
luchando por renacer.
Sé que si busco una rama
no la encontraré.
Sé que si busco una mano
que me salve del olvido
no la encontraré.
Sé que si busco al que fui
no lo encontraré.
Pero estoy aquí. Me muevo,
vivo. Me llamo José
Hierro. Alegría (Alegría
que está caída a mis pies).
Nada en orden. Todo roto,
a punto de ya no ser.
Pero toco la alegría,
porque aunque todo esté ya muerto
yo aún estoy vivo y lo sé.
Tal vez porque cantamos embriagados la vida
crees que fue con nosotros lo que tú llamas buena.
Puedes aproximarte, puedes tocar la herida
de amargura y de sangre hasta los bordes llena.
Ganamos la alegría bajo un cielo sombrío,
mientras el desaliento nos prendía en sus redes.
Hemos tenido sueño, hemos tenido frío,
hemos estado solos entre cuatro paredes.
Vivimos... Llena el alma la hermosura más plena.
En países de nieblas también nacen flores.
Después de la amargura y después de la pena
es cuando da la vida sus más bellos colores.
No me gusta la tristeza. Ni un pelo. Incluso la melancolía me parece peligrosa... y sobre todo inútil. Pero la serie True Detective me encantó. Ambientes cargados de alcohol, de tensión, de tristeza, de una lucha por salir adelante aunque de momento sólo veamos un muro. No es pesimismo. Es seguir luchando aunque no todo esté bien dentro y fuera de mí.
Además, me permitió descubrir un temazo como éste. "The Only Thing Worth Fighting For". Lo canta Lera Lynn. Y es para disfrutarlo.
¡Cómo me gusta el verano! Me voy a dar un buen baño en "La playa de la mulata"...
"Vente conmigo a la playa.
Vente conmigo, mulata.
Si me guardas el secreto
voy a cubrirte de plata.
Con cuentos de marinero,
¿a quién quieres engañar?
Los pobres de conventillo
pobres se habrán de quedar.
No te lo vas a creer:
bajé a subirte una estrella
y como una aparición,
del vientre de un galeón,
se derramaban monedas.
Aguántame el chapuzón
y le trajo relucientes
cuatro flamantes doblones
mordidos entre los dientes.
Vente conmigo a la playa.
Vente conmigo, mulata.
si me quieres un poquito
te juro que este negrito
deja de darte la lata.
Si me quieres un poquito
dejo de darte la lata.
Con estas y otras cuarenta,
a cuatro por zambullida,
yo te prometo una estancia
y un anillo de pedida.
Saldrán con la mama vieja,
por Palermo las llamadas,
todos los pobres copados
de choripán y empanada.
Piano, repica y chico.
Que bailen guapos y feos
hasta que el cielo se rinda
al ver la boda más linda
de todo Montevideo.
Aguántame el chapuzón.
Vuelvo en seguida, morena.
Y dibujó un corazón
flechado sobre la arena.
Vente conmigo a la playa.
Vente conmigo, mulata.
Si tú no estás en la orilla
ya las monedas no brillan
y la impaciencia me mata...
ya las monedas no brillan
y la impaciencia me mata...
El negro de Isla de Flores
que se pierda en la ambición
renuncia a la bendición
de susodichas mayores.
No se sabe si cayó
en manos de un pendenciero
o en un cambio repentino
de viento norte a pampero.
Tráeme. Lo llevan ya.
Tráemelo, te lo imploro.
Y te prometo tirar
de nuevo al fondo del mar
el secreto y el tesoro.
Aguántame el chapuzón,
vuelvo en seguida, mi vida.
Y ya siempre lo esperó
con la mirada perdida.
Vente conmigo a la playa.
Vente conmigo mulata.
Si me guardas el secreto
este negrito tan prieto
puede llenarte de plata.
Vente conmigo a la playa.
Vente conmigo mulata.
Si me guardas el secreto
este negrito tan prieto
puede cubrirte de plata.
Aprieta el calor y la tarde parece que no va a terminar nunca. Me entra sed en el cuerpo a la vez que entran los fantasmas en mi cuarto. Paso lista y no falta ninguno: la duda, el miedo, la inseguridad, la impotencia, la culpa, la resignación. Ya no veo nada que no sean ellos y sus risas o sus bromas sin gracia. Bueno sí, hay un sendero que me llama como la certeza del que sólo ve un camino: entregarme a ellos, a su mala baba, a su olvido, a su risa impertinente.
Entonces, cuando peor pinta el día, me doy cuenta de que la sed no es sólo de agua. Que también está en mí la sed de Vida. Me empuja, me arrastra con fuerza a superar la dificultad de esta nube pegajosa que cubre el techo de mi habitación. Hay algo más: la luz del Sol que quema fuera, más allá de estas nubes de interior, y me recuerda que aún es tiempo.
El sitio de la derrota soporta mi victoria, ilumina la tiniebla un rayo de luz que atraviesa el corazón de las nubes. Este momento tiene una ventana que da a un patio más allá del tiempo, este segundo lo atraviesa una eternidad.
Entonces recuerdo que sí que hay árbol, y un río, y un agua que sacia esta sed de siglos, que nutre el campo sembrado y aún sin frutos. Y recuerdo que para vivir necesitamos algo diferente de lo que hace falta para sobrevivir. Mi tarea es elegir entre el sitio donde reina la resignación o el camino impredecible de la búsqueda y la espera.
Ahora mismo es una suerte vivir con la intuición de que hubo un lugar... como dice la canción:
"Me dijeron que no iba a volver
y al cabo de un año regresó
al lomo de un potro gallardo.
Y los flamencos al pasar
te veneran como al sol.
Por ti seré eterno manantial.
Porque a los niños
antes de darle leche
dales cariño"
Triste mundo,
para tu desgracia lo ignoras todo sobre San Felipe Neri
que se enamoró de Dios
con llamas en el pecho, con pasos en el aire, con fulgores en el rostro,
con la misma pasión indestructible
que tú por la droga, por el sexo y la guerra, por el polvo y la nada.
A esta primavera le dejaba tus ojos rasgados y le quitaría la injusticia de tu hambre.
A tu cara le dejaba el calor entrañable de tu risa y le quitaría el negro de tu pena.
A tus manos les dejaba las mías y le quitaría la miseria con el Dios de los pucheros.
A esta canción le quitaría los dolores que la parieron y le dejaría el sabor del sur de mis regustos.
Háblame así, tan cerca de las cosas
que yo pueda escucharte y volver pronto.
Enciende un fuego azul de carcajadas
sobre mi calle, dame cuatro amigos
para brindar con ellos por el mundo
y su lento naufragio. Que la vida
me devuelva a estas calles que llevaban
a una mujer y otoño en la ciudad.
Pero sácame ya de este letargo.
No quiero ser una raíz dormida
mientras cae la lluvia. Di mi nombre
y llévame otra vez cerca de todo.
Los antiguos pensaban
que el fiero mar se amansa en la orilla del mar
por voluntad de Dios
que el día y la noche se suceden por obra
del Espíritu Santo.
Nosotros los modernos
sabemos que ello ocurre por causas naturales
de fácil comprensión
amén.
Detrás de mi fe débil y pobre, se intuye firme la duda. Y por mucho que él diga a que no cree en Dios, que ni siquiera piensa en Él,... en sus canciones se transparenta la sed de Más, de Vida; se intuye a Dios.
Duele a veces cuando los que están cerca no comprenden que esa intuición de Dios está en nosotros, como los ojos marrones, las manos torpes o el dolor de estómago. Da rabia. Y de esa rabia creo que brota la ternura y la verdad de esta canción.
Aunque sólo sea por tocar las narices a la inercia que impulsó el dios mercado, hoy comparto un poema que habla de lo contrario en el día de los enamorados.
Durante mucho tiempo
la brisa fresca de los parques
en otoño
fue tu nombre.
Los naranjos repletos de azahar
fueron tu nombre.
Cuando venían los aires plateados
del sur, tú venías con ellos sin remedio.
También cuando venían
tus manos
y las sílabas que solías susurrar
venían los olores de la tierra
cruzando los océanos del tiempo.
Pero un día tu nombre llegó solo,
como una balsa sin su náufrago
y ya no dolió más.
Y pude pasear
entre eucaliptos
y renombrar por vez primera
todo lo que fue nuevo antes de ti.
Si ya tuvo la pena de vida,
¿por qué le impones la pena de muerte?
¿En nombre de qué mandamiento
envías a detasadero a tu hermano?
Déjalo que viva,
que la vida lo irá matando a gotas.
Lo que has de matar es la silla eléctrica,
la inyección letal
y el tiro de desgracia.
Enciérralo con llave, pero dale pan,
ponlo en la vanguardia de la tropa
pero con chaleco antibalas,
confínalo en una isla desierta
pero enséñale a construir una barca.
No mates.
La última pena que consuma el verdugo
la preparamos entre todos,
somos nudos de la soga.
El sentenciado para la próxima semana
ya viene muerto,
muerto desde hacía tanto tiempo,
anémico de amor.
No sé si pido mucho para mí,
pero yo qué quisiera ser sino ser
un mucho más humano, tanto tanto
que pasara a la historia por un hombre
a mano, el más humano de mi tiempo.
No sé si pido mucho para mí,
pero me encantaría ser aquél
con quien sueñan las damas cuando piensan
que debe haber un alguien en el mundo
que las sepa besar como merecen.
No sé si pido mucho para mí,
pero a ciertas edades uno sabe
qué es lo necesario para otros,
y, como hacen las madres siempre siempre,
se privan de pedir para sí mismas.